Diego Arquero apronta nuevo disco: "No soy un artista de repetir fórmulas"
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—El 2022 se viene con un proyecto grande para tu carrera. —Sí, tengo para lanzar mi nuevo disco que se llama El mundo aparte: es el álbum más ambicioso que hice hasta el momento. En Aguafiestas, un disco de 2018 al que le fue muy bien. Tenía claro lo que iba a abarcar. Fue mi primer disco y lo concebí como una carta de presentación, un mapeo de lo que lo que yo más o menos puedo hacer y abarcar. Ahora es diferente. Con El mundo aparte me metí a experimentar. No soy un artista al que le guste repetir fórmulas. Creo que el artista que no sorprende quizás tiene una buena aceptación, pero no perdura en el tiempo.
—¿Cómo el proceso de creación? -Fue difícil. Estuve mucho tiempo sin saber qué decir. La pandemia nos mató: todos los meses nos íbamos a Argentina, estábamos escalando y de un día para el otro, se cortó todo. Para mí, que soy un artista más de shows y no tanto del entretenimiento digital, fue un sacudón. Pero usé ese tiempo en la búsqueda de algo para decir. Al final, el disco me deja con un buen sabor de boca, aunque no sé si va a gustar tanto como el anterior. Pero de lo que estoy convencido es que El mundo aparte es un disco mucho mejor y que era esto o nada. Porque se trata de hacer tu proceso, tu búsqueda y cuando te cae la ficha decidirte a hacerlo. Es tanto lo que se dedica de tiempo, energía y de plata para arrancar a hacer una obra que realmente tenés que tener muchas ganas de hacerla.
—¿Cuándo sale?—En marzo. Lo que me está faltando es el arte del disco. Musicalmente está pronto. Ya hicimos dos videoclips (Kumbia y Cuatro días) con canciones que forman parte del disco. Así que en ese aspecto estoy tranquilo.
—¿Cómo fue el proceso de producción?—En el primer disco, por ejemplo, el tema audio no me interesaba tanto. Era un disco más plano en cuanto en que lo importante eran las letras, pero la instrumental o el sonido no era el mejor. Ahora, la música es protagonista, buscando un equilibrio con las letras. Estuvimos mil horas con Luis Angelero, con Pan y un artista español que se llama Zorra, que son los productores del disco. Si algo caracteriza a El mundo aparte, es la búsqueda y la reinvención: el no repetir fórmulas y arriesgarme. En la comodidad no creamos, si no más bien en el caos.
—¿Toma riesgos desde el punto de vista de la música o desde la letras? —Del género y del tono.
—¿Lo enmarcarías como “música urbana”? —El término “música urbana” es un poco ingenuo, más allá de que se entiende. Entran muchas cosas ahí: en principio todo lo que no haya salida del campo, sería música urbana. Este disco no sé qué es. Es música. Y eso es lo que a mí me importa: huir de las etiquetas. Soy un tipo que me arriesgo a hacer cosas que a mí me gustan. Esto lo siento y con lo que me identifico. Tiene rap, un género que me identifica pero no totalmente. Somos muchos más complejos que un género los humanos.
—Ya han salido dos temas con los videos. ¿qué primeras reacciones encontraste?—Que es un disco más maduro y consecuente a donde estoy parado en este momento y lo que me pasa. Me abrí mucho en estas canciones. Es un disco un poco más depresivo que el primero, lo que tiene lógica porque en aquel momento me estaba yendo muy bien. Era una guacho con ganas de comerme el mundo y con una fe ciega en que le iba a ir bien. Una vez le preguntaron a Charly García cuál era el secreto de su éxito y dijo que nunca tuvo un plan b. Siento que eso me pasó en el primer disco. Nunca me planteé que esto no fuera lo que había que hacer. En El mundo aparte la fe empieza a tambalear. Vende incertidumbre más que certezas. Por eso me gusta, porque lo veo muy humano. Me siento bien de haber transitado ese terreno medio resbaladizo de que en un momento te pensás que sos un cráck porque tocás en La trastienda o en Buenos Aires y sos “el nuevo artista”. De hecho, gané el Grafiti de artista nuevo en 2019 pero eso ya está.
—Ya no sos más nuevo…—No. Pero además, ser “nuevo” es poco sólido. Es como la serie Bojack Horseman; aquel tipo que hace una serie de chico y la pegó. Pero después se convirtió en un exfamoso toda la vida, con mucho dinero y mucha depresión. Sin llegar a caricatura ni a la tragedia, experimenté un poco de eso. También me lo tomo con humor e ironía.
—En cuanto a shows, ¿has podido agendar tras la vuelta de los recitales?—Con Los buenos modales volvimos: tuvimos cuatro fechas seguidas en diciembre. Volvimos de la nada porque no habíamos tenido mucho contacto. Tengo algunos otros toques en verano. Estoy más con la cabeza en el disco: quiero sacarlo y armar una banda para este disco.
—¿Considerás que el género ha crecido? —Siempre fue muy de nicho. En un momento pasamos a ser algo un poco más popular pero sin llegar a lo súper masivo. Ahora estamos en un punto en el que siento que falsamente los raperos somos masivos. Lo que está pasando es que personas que vienen del género son masivas pero no están haciendo rap. Es lo que hace Bizarap, por ejemplo, convoca a artistas pero terminan haciendo otra cosa. Pop quizás. Entonces, en ese caso lo conocido no es el género. La masa sigue imponiendo al artista lo que quiere escuchar. De todos modos, crecimiento hubo.
—Sos de Sevilla (España), de padre uruguayo y desde 2010 vivís en Uruguay. ¿Has pensado irte en algún momento?—Si me voy es porque me fue muy bien con la música o me fue muy mal. Pero estoy muy cómodo en Uruguay. Me gusta mucho. Yo juego para la selección uruguaya. Yo no soy un rapero español. Soy una persona española, pero un músico uruguayo. Si bien rapeo desde los 12 años, gran parte de mi carrera la hice acá. Todo lo no patriota que soy con España, lo soy con Uruguay.
—Esa binacionalidad tuya te dio un acento muy particular...—Sí, es un acento que en España es raro y aquí también. Musicalmente también estoy en el medio. Me siento extranjero como persona y como artista. ¿Qué hace este músico? ¿Hace rap o está cantando? Estoy siempre en la búsqueda por el medio.